Pregunta
¿Qué fue la persecución de Decio?
Respuesta
Durante un breve período de dos años, Trajano Decio (201–251 d.C.) fue emperador del Imperio romano, y no fue amigo de los cristianos. En el año 250 d.C., este antiguo senador, cónsul y gobernador de Ilírico (actual Serbia) se destacó aún más al liderar a sus tropas hacia la victoria sobre un ejército de rebeldes balcánicos bajo el mando de Pascaciano. Un año antes, Decio había derrotado a Filipo el Árabe, entonces emperador de Roma, en la Batalla de Verona. Eufórico por sus triunfos militares, el ejército de Decio lo proclamó nuevo emperador de Roma en el año 249 d.C.
Bajo el gobierno de Decio, los cristianos de todo el imperio sufrieron terriblemente. Esta persecución, que John Foxe catalogó como la séptima de las grandes persecuciones romanas, es conocida como la persecución de Decio. Comenzó en el año 250 d.C., cuando el emperador decretó la participación obligatoria en una supplicatio. Una supplicatio era un sacrificio ofrecido a los dioses paganos después de una victoria militar importante o en tiempos de amenaza nacional. Generalmente, los ciudadanos romanos ofrecían una libación de vino (similar a la ofrenda de bebida judía) antes de comer la carne del animal sacrificado, usualmente un toro o una cabra. El propósito de la supplicatio era doble: obtener el favor de los dioses paganos y fortalecer la unidad del imperio. Pero los cristianos fieles no estaban dispuestos a participar en sacrificios a dioses falsos.
Hasta el gobierno de Decio, las persecuciones contra los cristianos habían sido localizadas y esporádicas, pero esta vez afectó a creyentes en todo el Imperio romano. Todos los ciudadanos—entre 50 y 60 millones de personas—estaban obligados a participar en la supplicatio. A cada participante se le entregaba un libellatici, es decir, un certificado de cumplimiento que demostraba que había obedecido el decreto imperial. Los cristianos que se negaban a hacerlo eran torturados, encarcelados o ejecutados. El primero en morir bajo el gobierno de Decio fue Fabiano, obispo de Roma, un cristiano de gran influencia.
Buscando escapar de la ira del gobierno, algunos creyentes huyeron a lugares más seguros. Otros sobornaron a funcionarios locales, quienes estaban dispuestos a emitir certificados falsos a cambio de dinero. Y algunos cedieron ante las exigencias romanas, participando en los rituales. Sin embargo, los creyentes que ofrecían sacrificios a los dioses eran generalmente excomulgados de la iglesia.
No existen registros confiables sobre el número exacto de cristianos martirizados durante la persecución de Decio, pero el trato del gobierno hacia los disidentes fue bárbaro y generalizado. Se cree que Decio pudo haber tenido un odio especial hacia los cristianos, ya que Filipo el Árabe, a quien él había derrotado, se decía que había sido un converso al cristianismo.
No todos los historiadores creen que la motivación principal de Decio al emitir su famoso decreto fuera perseguir a los cristianos. Aunque es innegable su hostilidad extrema hacia los creyentes, algunos sostienen que su intención era, sobre todo, reforzar la unidad dentro del vasto imperio romano. Sea cual fuere su motivación, no hay duda de que su persecución resultó en una crueldad indescriptible y en la pérdida de innumerables vidas.
Muchos cristianos prefirieron la muerte antes que adorar a los ídolos de Roma. Uno de ellos fue Nicómaco, quien fue llevado ante los funcionarios romanos y ordenado a inclinarse ante los dioses paganos. Sabiendo que lo esperaban la tortura y la muerte, respondió: "No puedo rendir respeto a los demonios, que solo se debe al Dios Todopoderoso" (Libro de los Mártires de Foxe, "La séptima persecución, bajo Decio").
Santiago, el medio hermano del Señor Jesucristo y una columna de la iglesia primitiva, escribió: "Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte" (Santiago 1:2–4). Así como el oro y la plata se purifican con fuego intenso, la persecución es el "fuego refinador" que fortalece a la iglesia. Nadie disfruta el sufrimiento, y todos desearíamos evitarlo, pero la "prueba" de nuestra fe produce una fe firme, pura y duradera, que da honor y gloria a nuestro Señor Jesucristo. En cuanto al sufrimiento que proviene de las pruebas, calamidades y persecuciones comunes entre los creyentes, recordemos: "El llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría" (Salmo 30:5b).
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