Pregunta
¿Cuál es el significado de Corinto en la Biblia?
Respuesta
Corinto era importante en el mundo romano antiguo debido a su geografía, su riqueza y su influencia regional. En la Biblia, Corinto es importante por su conexión con la labor misionera del apóstol Pablo. Corinto era la capital de la provincia romana de Acaya y estaba situada en el istmo de Corinto, a unos 65 kilómetros al oeste de Atenas, en Grecia. Era una gran ciudad que controlaba dos puertos: Cencrea, en el lado oriental del istmo, y Lequeo, en el lado occidental. El Acrocorinto, una gran roca monolítica que se elevaba unos 550 metros sobre la llanura circundante, proporcionaba un refugio natural a la ciudad. Corinto tenía una gran población tanto de judíos como de gentiles.
Pablo pasó unos dieciocho meses en Corinto durante su segundo viaje misionero (Hechos 18). Tanto judíos como gentiles creyeron en el mensaje de Pablo sobre Jesús, y estos nuevos creyentes se convirtieron en la iglesia de Corinto. Las epístolas del Nuevo Testamento 1 y 2 Corintios son cartas que Pablo escribió más tarde a estos creyentes. Cabe destacar que Corinto es también el lugar donde Pablo conoció a Aquila y Priscila, compañeros fabricantes de tiendas que se convirtieron en colaboradores del ministerio (Hechos 18:2, 18-19, 24-28).
Pablo viajó por primera vez a Corinto después de pasar un tiempo predicando en Atenas (ver Hechos 17:16-18:1). Al llegar a Corinto, Pablo conoció a Aquila y Priscila, que eran fabricantes de tiendas como el apóstol, por lo que Pablo vivió y trabajó con ellos (Hechos 18:2-3). Como era su costumbre, Pablo disertaba en la sinagoga judía cada sábado, compartiendo la verdad acerca de Jesús, mientras los judíos y los gentiles que seguían a Dios lo soportaran (Hechos 18:4-5). Cuando surgieron la oposición y los abusos, Pablo llevó el mensaje del evangelio más directamente a los gentiles (Hechos 18:6). Utilizando la casa de Tito Justo, un gentil que adoraba a Dios y vivía al lado de la sinagoga, Pablo continuó compartiendo el mensaje del evangelio. Muchos corintios pusieron su fe en Cristo, incluyendo al jefe de la sinagoga y su familia (Hechos 18:7-8).
En Corinto, el Señor le habló a Pablo en una visión, diciéndole que no temiera, sino que siguiera hablando. Dios le prometió: "porque Yo estoy contigo, y nadie te atacará para hacerte daño, porque Yo tengo mucha gente en esta ciudad" (Hechos 18:10). Pablo permaneció en Corinto durante un año y medio, enseñando la palabra de Dios y estableciendo con éxito un grupo de creyentes allí. Pablo volvió a visitar a los corintios al menos dos veces (2 Corintios 13:1). También les escribió varias cartas para abordar los problemas de la iglesia. Dos de esas cartas se encuentran hoy en nuestras Biblias, conocidas como 1 y 2 Corintios. Al menos una carta que Pablo les escribió antes de 1 Corintios se ha perdido en la historia (ver 1 Corintios 5:9), y es posible que haya otra carta que escribió entre 1 Corintios y 2 Corintios (ver 2 Corintios 7:8). Tenemos en nuestras Biblias las palabras que Dios quiso transmitirnos. Estas otras cartas eran importantes para la iglesia de Corinto en aquella época, pero evidentemente no son necesarias para nosotros hoy en día.
En 1 y 2 Corintios, Pablo aborda múltiples cuestiones. Estas van desde la división en la iglesia, hasta la inmoralidad en la iglesia, la libertad con respecto a los alimentos, la restricción voluntaria de derechos, los dones espirituales, la generosidad, la explicación de la gloriosa profundidad y belleza de la verdad del evangelio, y más. Pablo también defendió su ministerio en Corinto y su llamado como apóstol porque los falsos maestros estaban desviando a los corintios. Las palabras de estas cartas son teológicamente ricas y de utilidad práctica en la iglesia y en nuestras vidas hoy en día.
La primera carta a los Corintios aborda varios temas relacionados con la sexualidad. Entre los gentiles de Corinto había un gran número de seguidores del culto a Afrodita: su templo se encontraba en lo alto del Acrocorinto, y su adoración incluía la prostitución sagrada. De hecho, la ciudad tenía tantas prostitutas que griegos famosos, entre ellos Platón, se referían abiertamente a las prostitutas como "corintias". Aunque muchos nativos de Corinto creían en Jesús, muchos seguían influenciados por su entorno inmoral, que promovía la inmoralidad sexual. En 1 Corintios, Pablo menciona el problema del pecado sexual en la iglesia de Corinto (1 Corintios 5:1-2). Al final, Dios utilizó este problema para inspirar a Pablo a escribir sobre la pureza sexual, el matrimonio y la soltería (1 Corintios 6-7). Estas enseñanzas inspiradas han seguido instruyendo y guiando a la iglesia en cuestiones sexuales. Sin duda, son beneficiosas para nosotros en nuestro mundo obsesionado con el sexo.
Corinto era el hogar de muchas personas de diversos orígenes, una característica que se reflejaba en la iglesia de Corinto y que contribuía a cierta división y confusión. Los judíos, anteriormente legalistas, necesitaban oír hablar de la libertad del Nuevo Pacto en Cristo; los gentiles, anteriormente paganos, necesitaban que se les recordara que el evangelio no es una licencia para pecar. Ambos grupos necesitaban aprender a amarse y a vivir en paz. Pablo explica de manera ejemplar lo que es el amor verdadero en 1 Corintios 13. En nuestro mundo conflictivo, este mensaje de amor abnegado basado en la persona y la obra de Jesús es igualmente importante.
La ciudad de Corinto estaba sumida en todos los pecados propios de una sociedad próspera, incluyendo la idolatría y la inmoralidad flagrante, pero el evangelio aun así se abrió camino. Podemos temer que la cultura que nos rodea esté demasiado alejada de Dios para que la gente escuche Su verdad, pero nada es imposible para el Señor (Lucas 1:37; Mateo 19:25-26). Pablo dio a los corintios una lista de comportamientos pecaminosos que caracterizan a aquellos que no entrarán en el reino de Dios, y luego declaró: "Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (1 Corintios 6:11). ¡Dios cambia vidas! De hecho, "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas. Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con Él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación" (2 Corintios 5:17-18). Así como Pablo fue embajador de Cristo ante los corintios, nosotros podemos ser Sus embajadores en nuestro mundo, implorando a las personas: "Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios! Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él" (2 Corintios 5:20-21).
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