Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre evitar (o excluir) a una persona?
Respuesta
Evitar a alguien significa rechazar deliberadamente cualquier tipo de contacto o relación con esa persona. En la Biblia, este verbo se usa especialmente en relación con el mal. El Señor dijo que Su siervo Job era "intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1:8, NBLA). El mismo Job dijo: "El temor del Señor es sabiduría, y apartarse del mal, inteligencia" (Job 28:28, NBLA). También se nos aconseja: "No seas sabio a tus propios ojos; teme al Señor y apártate del mal" (Proverbios 3:7, NBLA). "El sabio teme y se aparta del mal" (Proverbios 14:16, NBLA). Así que, según la Escritura, evitar el mal es algo bueno.
En el contexto de la vida cristiana y de la disciplina en la iglesia, evitar a una persona puede ser parte de un proceso correctivo aplicado a quienes han quebrantado principios claros. En estos casos, se trata de una decisión formal de la iglesia que limita el trato con la persona en cuestión. La forma y duración de esa medida pueden variar según la comunidad. Este tipo de práctica se asocia con grupos como los Amish o algunos Menonitas, pero también es usada—aunque de manera distinta—por otras iglesias. Incluso fuera del cristianismo, algunas culturas tradicionales practican formas extremas de exclusión social que pueden afectar a familias enteras.
En el caso de los Amish, por ejemplo, los miembros de la iglesia no pueden sentarse a la mesa con una persona excluida, hacer negocios con ella ni recibir favores. Pero esa disciplina solo se aplica a miembros adultos que fueron bautizados y rompieron voluntariamente sus compromisos con la comunidad. Los que no son miembros no pueden ser excluidos de esa manera.
Aunque esta práctica se relaciona con la excomunión, no son lo mismo. La excomunión implica perder los derechos como miembro de la iglesia (por ejemplo, ya no puede votar en asambleas ni enseñar). En cambio, evitar a alguien va más allá: incluye cortar los lazos personales incluso en contextos sociales. Es posible que una persona sea excomulgada sin ser totalmente evitada por la congregación. Sin embargo, aunque este tipo de práctica se puede malinterpretar como legalismo o manipulación, la Biblia sí enseña que hay momentos en los que se debe romper la comunión con ciertas personas. En 1 Corintios 5:11, Pablo escribe: "Sino que en efecto les escribí que no anduvieran en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona inmoral, o avaro, o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador. Con esa persona, ni siquiera coman" (NBLA). En ese capítulo, Pablo trata el caso de un hombre que vivía en inmoralidad grave (v.1). Él ordena que la iglesia lo expulse, por el bien del propio hombre (v.2 y 5) y para proteger la pureza de la congregación (v.6). La instrucción de "ni siquiera comer" con él se basa en dos cosas: el hombre afirmaba ser cristiano, pero vivía abiertamente en pecado sin arrepentirse (v.11). Después de aplicar la disciplina, la iglesia no debía actuar como si no pasara nada. Mientras un pecador no se arrepienta, no puede haber comunión verdadera con el cuerpo de Cristo.
Otros pasajes también enseñan sobre la disciplina en la iglesia y romper ciertas relaciones (Mateo 18:15–17; 2 Tesalonicenses 3:14). No obstante, más allá del mandato de "no comer" con ciertos individuos, la Biblia no detalla exactamente cómo debe ser esa separación. En 1 Corintios 5:11, por ejemplo, no está claro si Pablo se refiere a la Cena del Señor (que trata en el capítulo 11), o si habla del acto de compartir mesa como símbolo de comunión. En cualquier caso, prácticas extremas como tratar a alguien como si no existiera, nunca hablarle o considerarlo "muerto" van más allá de lo que la Biblia enseña. Jesús dijo que, si una persona no se arrepiente ni siquiera después de varias correcciones, se le debe tratar como a un "gentil o un recaudador de impuestos" (Mateo 18:17). ¿Y cómo trata Jesús a los que están lejos? Con amor y gracia. A los "gentiles y recaudadores" hay que evangelizarlos. También debemos amar incluso a nuestros enemigos (Mateo 5:44).
El objetivo de toda disciplina en la iglesia—incluyendo la excomunión y cualquier tipo de separación—es la restauración (Gálatas 6:1). El propósito no es castigar, sino llevar al arrepentimiento y restaurar a esa persona a la comunión con el cuerpo. En el caso de la iglesia de Corinto, el hombre que fue disciplinado luego se arrepintió, y Pablo instó a la iglesia a perdonarlo y restaurarlo (2 Corintios 2:6–11).
Bíblicamente, la exclusión de una persona solo se debe aplicar después de correcciones previas y en casos de pecado abierto, herejía o división persistente. Es el último recurso. Después de una excomunión, la relación naturalmente cambia, y la advertencia de "no comer con tal persona" puede tener sentido. Aun así, la iglesia sigue siendo responsable de orar por esa persona y mostrarle perdón si hay arrepentimiento. Evitar a alguien al punto de nunca hablarle o romper todos los lazos sin esperanza de restauración no es lo que enseña la Escritura.
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¿Qué dice la Biblia sobre evitar (o excluir) a una persona?
