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Pregunta

¿Qué dice la Biblia sobre la lactancia materna?

Respuesta


Para empezar, es importante entender que la Biblia no da ninguna instrucción específica sobre la lactancia materna. No obstante, hay cristianos que se pronuncian muy fuertemente sobre cada una de las posturas del debate, muchas veces en detrimento del amor y la unidad de los cristianos, por no hablar de nuestro testimonio ante el mundo. Cuando los cristianos permiten que cuestiones no esenciales les dividan, nadie sale ganando, excepto los que quieren ver disensiones en el cuerpo de Cristo. La lactancia materna es uno de esos temas.

En los tiempos bíblicos, la única alternativa para que una madre amamantara a sus hijos era emplear los servicios de una "nodriza", que era una mujer que había dado a luz recientemente y podía amamantar a otros bebés. El bebé Moisés fue encontrado flotando en un canasto en el río Nilo por la princesa egipcia, quien lo llevó al palacio y lo adoptó. Como la princesa no tenía hijos, necesitaba una nodriza para amamantarlo. Gracias a una serie de intervenciones divinas, se consiguió que la propia madre de Moisés lo amamantara (Éxodo 2:1-10).

Se ha demostrado que la lactancia materna es el método más beneficioso para alimentar a un bebé, en parte debido a la presencia de calostro, la primera leche producida por los mamíferos que contiene nutrientes esenciales, anticuerpos e inmunoglobulinas que los recién nacidos necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables, especialmente en los primeros días. Está claro que la leche materna es la forma más saludable de leche para los recién nacidos. Por otra parte, hay condiciones en las que la madre de un bebé simplemente no puede amamantarlo. Todavía hay mujeres que mueren en el parto, y es necesario recurrir a la alimentación con biberón. A veces las madres quedan totalmente sin leche, y las madres con VIH, hepatitis u otras enfermedades contagiosas no pueden amamantar. Algunas madres tienen que salir de casa para trabajar poco tiempo después de dar a luz y consideran que el uso de un extractor de leche es demasiado engorroso y requiere mucho tiempo. Por último, millones de niños estadounidenses nacidos en los años 50 fueron alimentados con biberón a causa de la pasión cultural por todo lo "científico", que incluía el nuevo y mejorado método de alimentación de los bebés. No hay pruebas concluyentes de que estos niños crecieran con menos salud que los que fueron amamantados.

Al final, la decisión de amamantar o no a un bebé es mejor dejarla en manos de cada madre, su familia y Dios. Es responsabilidad de las futuras madres informarse sobre los datos relativos a la lactancia materna frente a la alimentación con biberón y, después, tomar su propia decisión con conocimiento de causa, en oración y con la sabiduría que Dios les dé (Santiago 1:5). A ninguna mujer se le debe hacer sentir que es una madre terrible o que es menos cristiana porque no amamanta. Como cristianos, no debemos juzgarnos unos a otros por cuestiones no esenciales, sino que debemos edificarnos unos a otros en el amor y la gracia del Señor Jesús (Romanos 14:19).

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