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Pregunta

¿Qué es la ortopraxis?

Respuesta


La ortopraxis es una palabra compuesta griega. La primera palabra en el compuesto es ortho, que es bastante familiar para la mayoría de nosotros hoy en día. Significa “correcto, derecho o recto.” Un ortodoncista es un dentista que puede “alinear” o corregir los dientes. Un ortopedista es un médico que trabaja con deformidades o desalineaciones del sistema esquelético, a menudo de la columna vertebral, con la esperanza de poder corregirlas. Praxis, la segunda palabra del compuesto, suena similar al equivalente inglés—práctica. Ortopraxis es simplemente "práctica correcta" o "comportamiento correcto".

La ortopraxis a menudo se ve en distinción de la ortodoxia, que es "enseñanza correcta" o "doctrina correcta". Si alguien es ortodoxo, significa que él cree correctamente. La ortodoxia y la ortopraxis a menudo se ven en extremos opuestos de un espectro. Algunas formas del cristianismo parecen enfocar más en la doctrina correcta. Otras formas del cristianismo parecen preocuparse poco por la doctrina, pero enfatizan mucho en las acciones correctas. La ortopraxis también puede referirse al correcto rendimiento de los rituales requeridos, lo cual es importante en algunas expresiones del cristianismo, así como en otras religiones. En muchas religiones, importa poco lo que uno crea mientras se realicen las obras y rituales correctos.

El protestantismo evangélico enfatiza la doctrina correcta, y los críticos a veces caricaturizan la posición evangélica como enseñar que, siempre que creas las cosas correctas, no importa lo que hagas. Esa no es una posición evangélica auténtica, ni tampoco es una comprensión bíblica de la relación entre la ortodoxia y la ortopraxis.

Según la Biblia, la doctrina correcta conducirá al comportamiento correcto, pero la doctrina viene primero. En Romanos, Pablo pasa los primeros once capítulos explicando la doctrina correcta. En Romanos 12:1 hace la transición a la práctica correcta: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional." La palabra así que significa que las instrucciones que siguen se basan en la doctrina que acaba de explicarse.

En Efesios vemos el mismo patrón. Efesios 1-3 explica la doctrina correcta, y los capítulos 4-6 explican la práctica correcta. Una vez más, Efesios 4:1 hace la transición: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados." En los primeros 3 capítulos, Pablo ha explicado la vocación del cristiano en términos doctrinales, y ahora llama a sus lectores a vivir a la luz de esa doctrina.

En Tito 3:8, Pablo une ortodoxia y ortopraxis en un solo versículo: “Palabra fiel es ésta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres". Hace lo mismo en Efesios 2. Los versículos 8-9 enfatizan la enseñanza ortodoxa de que somos salvos por gracia a través de la fe aparte de las buenas obras: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". El versículo 10 completa el pensamiento: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". Una vez más, la creencia correcta viene primero, y de esa creencia fluyen las obras correctas. Somos salvos aparte de las obras; el propósito de Dios al salvarnos es que hagamos buenas obras.

De hecho, la relación entre la ortodoxia y la ortopraxis es tan fuerte que, si una persona no realiza buenas obras, es dudoso que crea las cosas correctas. Primera de Juan 2: 3-6 explica, “Y en esto sabemos que le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo".

Algunas religiones y algunas formas del cristianismo enfatizan la ortopraxis sin tener en cuenta la ortodoxia, pero este no es el patrón bíblico. Del mismo modo, algunas formas del cristianismo enfatizan la ortodoxia sin tener en cuenta la ortopraxis. Esto también es no bíblico. El modelo bíblico es que debemos adoptar la doctrina correcta (ortodoxia), y esto debe ser más que un mero asentimiento intelectual a la verdad. La fe bíblica implica confianza y compromiso personal. Cuando una persona va más allá de afirmar el hecho de que Cristo es el "Salvador del mundo" para confiar en Cristo como "mi Salvador de mis pecados", entonces él o ella nacen de nuevo. El Espíritu de Dios que mora en esa persona comienza a cambiar a esa persona desde dentro. El comportamiento correcto (ortopraxis) será el resultado de ese trabajo interno.

No podemos ver el corazón de una persona, pero el vínculo entre la ortopraxis y la ortodoxia es tan fuerte que, si la práctica de una persona no es correcta, podemos inferir que su fe no es realmente ortodoxa. “¿De qué aprovechará, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2: 14-19). ¡Incluso los demonios tienen una teología ortodoxa, pero no están salvos!

En resumen, tanto la ortodoxia como la ortopraxis son importantes. Si alguna forma de cristianismo enfatiza una en exclusión o disminución de la otra, es anti bíblica. Las buenas obras son una parte necesaria y normal de la vida cristiana; sin embargo, son incapaces de hacer a uno justo ante Dios. La justificación solo es posible por la fe en el Salvador cuya muerte sustitutoria y sacrificial pagó la pena por nuestros pecados y nos proporcionó la justicia que necesitamos para hacernos aceptables a Dios.

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