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Pregunta

¿Acaso los niños son siempre una bendición de Dios?

Respuesta


El Salmo 127 es uno de los dos salmos que se le atribuyen a Salomón (el otro es el Salmo 72) y se asemeja a un proverbio. En él se nos ofrece sabiduría para construir un hogar estable y una familia piadosa en la que se glorifique al Señor y se promueva Su reino en la tierra. Como uno de los Cánticos de la Ascensión, este salmo recordaba a las familias que peregrinaban a Jerusalén que debían depender de Dios para cada necesidad y darle gracias por cada bendición. Una de esas bendiciones es el don divino de los hijos: "Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte" (Salmo 127:3 - NTV).

Muchas traducciones de la Biblia utilizan la palabra "herencia" en lugar de "bendición" y "recompensa" en lugar de "regalo". Por ejemplo, "Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa" (NVI), y "He aquí, heredad del SEÑOR son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre" (JBS). En el idioma original, la palabra hebrea traducida como "herencia" o "bendición" (nachalah) significa "herencia". Salomón afirma la antigua creencia del Antiguo Medio Oriente de que los hijos son un don de gracia de Dios entregado a los padres.

En tiempos del Antiguo Testamento, una familia numerosa con muchos hijos e hijas era señal de la bendición del Señor y expresión del favor divino (Génesis 33:5; Deuteronomio 7:13-14; Josué 24:3). En Génesis 1:28, Dios ordenó a Su pueblo "fructificad y multiplicaos". Después del diluvio, Dios dijo a Noé: "Fructificad, y multiplicaos, y llenad la tierra" (Génesis 9:1). Como pueblo del pacto de Dios, los antiguos hebreos apreciaban la importancia de la procreación. El Señor le dijo a Abraham: "Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré . . y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" (Génesis 12:2-3). La fuerza y la seguridad física, emocional y económica de Israel se expresaban a través de las familias numerosas (Salmo 113:9).

Los hijos son fuente de gran gozo y placer (Proverbios 23:24). Por otra parte, cuando desobedecen y se rebelan, pueden causar mucha angustia y dolor a sus padres. Nadie puede negar que los hijos son una enorme responsabilidad, pero también uno de los mayores bienes de la vida. Educar a los hijos requiere una enorme inversión de tiempo, recursos y amor, aunque la recompensa resultante es inconmensurable. Jesús admitió: "porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá" (Lucas 12:48). En lugar de ver a los hijos como una carga o una obligación, los creyentes deben aceptarlos como un legado y un regalo de Dios (ver Éxodo 23:25-26).

Salomón continúa: "Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta" (Salmo 127:4-5). En estos versos se describe al padre como un guerrero y a sus hijos como flechas en su aljaba. Un soldado con su "aljaba llena" estaba completamente armado y listo para la batalla. En las familias que tienen una base espiritual, los hijos son un arma vital contra las fuerzas del mal en el mundo. Los niños, como flechas, pueden ser enviados al mundo para promover la causa del reino de Dios.

El Señor ordenó a los israelitas que enseñaran a sus hijos Sus caminos (Deuteronomio 6:6-7; 11:19), y esa responsabilidad sigue recayendo en los padres cristianos de hoy (ver Efesios 6:4). Afortunadamente, la Biblia nos brinda mucha sabiduría e instrucciones para criar hijos en el camino de Dios. El objetivo final es producir hijos sabios que honren y glorifiquen a Dios y le sirvan durante toda su vida (Proverbios 22:6).

Los hijos también son una bendición del Señor porque proporcionan protección y seguridad futuras a sus familias. En el antiguo Israel, un hogar con muchos hijos ofrecía seguridad y defensa: más hijos equivalía a menos vulnerabilidad. Los padres que tienen hijos cuando son jóvenes son bendecidos porque esos hijos crecerán a tiempo para brindar apoyo y estabilidad financiera a sus padres en el futuro. Los hijos mayores protegen la herencia familiar de quienes intentan aprovecharse legal o económicamente de los padres ancianos. También transmiten el patrimonio familiar a las generaciones futuras.

Además, los hijos son una bendición del Señor porque demuestran muchas cualidades de carácter que Dios quiere que cultiven los siervos de Su reino (Mateo 18:3-4; 19:14; Marcos 10:14-15; Lucas 18:16-17; 22:26 1 Pedro 2:2).

La afirmación de Salomón de que los hijos son una bendición del Señor no significa que Dios no haya bendecido a las parejas sin hijos o que los hijos sean la única señal de Su favor. Simplemente significa que hay que recibir a los hijos como una expresión de la bondad y la gracia de Dios y no como una maldición o una molestia. Cuando Dios decide bendecirnos con hijos, tiene la intención de traer gran gozo, placer, seguridad, protección y recompensa a nuestro hogar y familia a través de ellos.

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