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Pregunta

Elección incondicional - ¿es bíblica?

Respuesta


Elección incondicional es una frase que se usa para resumir lo que la Biblia enseña sobre la predestinación, o la elección, de personas para la salvación. Representa la segunda letra del acrónimo TULIP, que se usa comúnmente para enumerar los cinco puntos del Calvinismo, también conocidos como las Doctrinas de la Gracia. Otros términos para la misma doctrina incluyen “favor inmerecido”, “elección soberana” o “adoptado por Dios”. Todos estos términos son buenos nombres para esta doctrina porque cada uno revela algún aspecto de la doctrina de la elección. Sin embargo, más importante que el término que usamos para describir la doctrina es cuán exactamente la doctrina resume lo que la Biblia enseña sobre la elección y la predestinación.

El debate sobre la elección incondicional no es si Dios elige o predestina a las personas para la salvación, sino sobre qué base las elige. ¿Esa elección se basa en el conocimiento previo de que esas personas tendrán fe en Cristo, o se basa en la elección soberana de Dios para salvarlas? Como la palabra "incondicional" implica, esta visión cree que la elección de Dios de las personas para la salvación se realiza "sin condiciones adjuntas, previstas o de otro tipo". Dios elige a las personas para la salvación por su propia elección soberana y no por alguna acción futura que realizarán o condición que cumplirán. Los que vienen a Cristo se convierten en sus hijos por su voluntad, no por la de ellos. "No nacieron de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1:13 RV60).

Dios, antes de la fundación del mundo, eligió hacer de ciertos individuos los objetos de su favor inmerecido o gracia especial (Marcos 13:20; Efesios 1:4-5; Apocalipsis 13:8; Apocalipsis 17:8). Estos individuos de todas las tribus, lenguas y naciones fueron elegidos por Dios para la adopción, no debido a algo que harían, sino debido a su voluntad soberana (Romanos 9:11-13; Romanos 9:16; Romanos 10:20; 1 Corintios 1:27-29; 2 Timoteo 1:9). Dios podría haber elegido salvar a todos los hombres (ciertamente tiene el poder y la autoridad para hacerlo), y podría haber elegido no salvar a nadie (no está bajo ninguna obligación de salvar a nadie). En cambio, eligió salvar a algunos y dejar a otros las consecuencias de su pecado (Éxodo 33:19; Deuteronomio 7:6-7; Romanos 9:10-24; Hechos 13:48; 1 Pedro 2:8).

Hay muchos versículos en el Antiguo y el Nuevo Testamento que hablan de elección, y, cuando uno observa todo lo que la Biblia enseña sobre la elección y la predestinación, se vuelve obvio que la elección de Dios no se basó en ningún acto previsto o respuesta, sino que sólo se basó en el buen placer de Dios y su voluntad soberana. Correctamente entendida, la elección incondicional de Dios es un eslabón de la cadena inquebrantable de salvación que se ve en Romanos 8:28-29: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; a los que justifició, a estos también glorificó”. Todos aquellos que están predestinados serán salvos (Juan 6:39; Romanos 8:30), porque son los que Dios Padre entrega a Jesucristo (Juan 6:37), que los resucitará el último día (Juan 6:39; Juan 17:2). Son las ovejas de Cristo (Juan 10:1-30) que oyen su voz y por quienes murió (Juan 10:15) para darles vida eterna y hacerlos seguros para siempre en la mano de Dios (Juan 10:26-30).

Hay varias concepciones erróneas comunes sobre la elección incondicional. En primer lugar, es importante entender que la doctrina no enseña que la elección de Dios es caprichosa o arbitraria. No es aleatoria ni se hace sin razón. Lo que sí enseña es que Dios elige a alguien para la salvación no por algo digno que Dios encuentra en ese individuo sino por su inescrutable y misteriosa voluntad. Él hace la elección de quién será salvo por sus propias razones, según Su perfecta voluntad y para su propio buen placer (Efesios 1:5). Y aunque algunos objetan a la doctrina de la elección como siendo injusta, sin embargo, se basa en la voluntad de Dios y le agrada a Dios; por lo tanto, debe ser buena y perfectamente justa.

Otra idea errónea es que la elección incondicional excluye y sofoca el evangelismo, pero la realidad es justo lo contrario, lo potencia y lo confirma. Cuando uno entiende correctamente que Dios no solo ha elegido a ciertos individuos para la salvación, sino que también ha ordenado los medios de salvación, la predicación del evangelio (Romanos 1:16; Romanos 10:14-17), potencia la propagación del mensaje del evangelio y la llamada al evangelismo. Vemos esto mismo en los escritos de Pablo a Timoteo en medio de una profunda persecución. “Por tanto, todo lo soporto por amor a los elegidos, para que ellos también obtengan la salvación que está en Cristo Jesús con gloria eterna” (2 Timoteo 2:10 RV60). Un correcto entendimiento de la doctrina de la elección alienta el evangelismo y garantiza su éxito. Supera el miedo al fracaso al compartir el evangelio y permite a la gente permanecer fiel al mensaje en tiempos de gran persecución. Saben que el poder reside en el mensaje del evangelio y en la elección soberana de Dios y no en su propia presentación débil. Una comprensión bíblica de la elección ayuda a uno a compartir el evangelio libremente con todas las personas, sabiendo que cualquiera de ellos podría ser una de las ovejas de Cristo a quien Él está llamando a su redil (Juan 10:16). No nos corresponde a nosotros determinar si alguien es elegido o no , y siempre está la promesa de salvación para cualquiera que se arrepienta y crea en Cristo. El mensaje del evangelio debe predicarse a todas las personas con el conocimiento de que Dios lo utilizará para atraer a sus ovejas hacia Sí mismo.

La elección incondicional tampoco significa que habrá personas en el cielo que no quieren estar allí, ni habrá personas en el infierno que querían ser salvadas pero no podían serlo porque no eran elegidas. La elección incondicional reconoce correctamente que, aparte de la obra sobrenatural de Dios en la vida de un pecador, los hombres siempre elegirán rechazar a Dios y rebelarse contra Él (véase el artículo sobre Depravación Total para obtener más información sobre este tema). Lo que la elección incondicional reconoce correctamente es que Dios interviene en la vida de los elegidos y trabaja en sus vidas a través del Espíritu Santo para que respondan voluntariamente en fe a Él. Porque son "sus ovejas... oyen su voz y lo siguen" (Juan 10:1-30). En cuanto a los no elegidos, Dios sigue siendo bondadoso con ellos, pero debido a su pecado no están agradecidos por esa gracia, ni reconocen a Dios como Dios (Romanos 1:18-20). En consecuencia, reciben el castigo justo que les corresponde. Aquellos a los que Dios elige son beneficiarios de su gracia y misericordia soberanas, y aquellos a los que no elige reciben la justicia que han ganado. Mientras los elegidos reciben la perfecta gracia de Dios, los no elegidos reciben la perfecta justicia de Dios.

Aquellos que discuten en contra de la elección incondicional a menudo usan versículos como 1 Timoteo 2:4 y Juan 3:16. ¿Cómo podemos conciliar la elección con un versículo como 1 Timoteo 2:4, que dice que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos”, o Juan 3:16, que dice que Dios “amó tanto al mundo que dio a Su Hijo unigénito para que todo aquel que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”? La respuesta reside en entender correctamente la voluntad de Dios y el amor de Dios. La voluntad pasiva de Dios necesita ser entendida en contraste con su voluntad decretada (aquellas cosas que él preordena que sucedan). La voluntad pasiva de Dios incluye las cosas que él podría desear en cierto sentido pero no predetermina ni hace realidad. Ciertamente, si Dios es soberano y todopoderoso, como la Biblia lo declara, entonces podría lograr la salvación de todos los hombres, si esa fuera su voluntad decretada o pre-determinada. Reconciliar este versículo y otros con los muchos que enseñan que la elección es una elección incondicional de Dios no es más difícil que reconocer que hay cosas que Dios podría desear pero no decretar que sucedan. Podría decirse que Dios no desea que los hombres peque, pero como parte de su plan predestinado permite que pequen. Así que mientras hay un sentido real en el cual Dios no encuentra placer en la destrucción de los malvados y quiere que todos sean salvos, Su plan predeterminado permite el hecho de que algunos irán al infierno.

De manera similar, acerca de Juan 3:16 y el amor de Dios, la diferencia radica en el amor general de Dios por toda la creación y toda la humanidad versus su amor especifico por sus hijos, los elegidos. La diferencia es que el amor de Dios por sus elegidos es un amor intensivo que lo tiene haciéndolo realmente haciendo algo sobre su condición perdida en lugar de simplemente sentado deseando que a su vez ellos le demuestren amor, una imagen tan a menudo creada por aquellos que se creen a sí mismos en control de su propio destino eterno. En un sentido genérico, Dios desea que todos sean salvos y ama a toda la humanidad, pero eso es completamente diferente del amor específico que tiene por sus eligidos y su deseo y provisión para su salvación.

Cuando uno analiza lo que la Biblia enseña sobre la elección y la predestinación, queda claro que la doctrina de la elección incondicional representa con precisión lo que la Biblia enseña sobre este tema importante. Mientras que esta, o cualquiera de las otras Doctrinas de Gracia, pueden estar basadas en sus propios méritos, su importancia se vuelve aún más clara cuando se consideran de manera sistemática con todo lo que la Biblia enseña sobre la salvación. En esencia, sirven como bloques de construcción, con cada uno proporcionando una parte necesaria para entender bíblicamente la salvación. La depravación total define la necesidad de salvación del hombre y revela su desesperanza cuando se deja a sus propios recursos. Deja al hombre con la pregunta "¿Quién puede ser salvo?" La respuesta se encuentra en entender la elección incondicional, la elección soberana de Dios a pesar de su depravación y basándose únicamente en Su rescate para sí mismo de personas de cada tribu, lengua y nación. Esto logra "predestinándonos para adopción como hijos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad" (Efesios 1:5 RV60). Un entendimiento correcto de esta doctrina no debería resultar en cuestionamientos sobre la justicia de Dios, sino en maravillarse de su gran misericordia. La pregunta que realmente deberíamos hacer no es por qué Dios elige solo a algunos para la salvación, sino por qué elegiría a alguno en absoluto.'

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