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Pregunta: ¿Por qué Dios dio a algunas personas un coeficiente intelectual más alto que a otras?

Respuesta:
Cerebritos. Genios. Las personas con altos coeficientes intelectuales pueden hacer que el resto de nosotros nos preguntemos por qué no fuimos elegidos para ser brillantes. Algunas personas están dividiendo átomos mientras otras luchan por aprender el alfabeto. ¿Por qué hay una discrepancia tan grande entre los brillantes y los que tienen dificultades de aprendizaje? Si los niveles de coeficiente intelectual están dentro del poder de Dios para otorgarnos, ¿no disfrutaría él más si todos fuéramos Einsteins?

Aparentemente no. Dios no asigna valor de la manera en que nosotros lo hacemos. De hecho, a Dios le deleita confundir a los brillantes y exaltar a los humildes. Primera Corintios 1 nos sorprende. El versículo 19 dice, "Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos." (cf. Isaías 29:14). Luego Pablo explica por qué: "Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación." (1 Corintios 1:21). En otras palabras, no llegamos a conocer a Dios en base al poder mental. Ser "inteligente" no necesariamente significa que una persona pensará en Dios. Dios ha decidido poner su mensaje de salvación "en el estante inferior" para que debamos agacharnos para recibirlo. Jesús dijo que debemos convertirnos como niños pequeños para entrar en el reino de los cielos (Marcos 10:15). A menudo tenemos que dejar de lado lo que creemos saber para recibir verdades mayores de Dios. Aquellos con un alto intelecto a menudo luchan para aceptar por fe lo que no puede ser comprendido por la mente.

Primera de Corintios 1:27–29 dice, “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.” Cada ser humano es una creación única, diseñada en el taller de Dios (Salmos 139:13-16). Él nos diseñó de la manera que quiere para sus propios propósitos (Colosenses 1:16). Incluso nuestros defectos y fallas, parte de vivir en un mundo roto, pueden traerle gran gloria cuando le permitimos vivir su vida a través de nosotros (Gálatas 2:20). Jesús habló de un hombre que nació ciego que Dios había permitido la ceguera con el fin de lograr un propósito superior (Juan 9:1-3). Lo mismo puede decirse de aquellos con un coeficiente intelectual más bajo. A pesar de los desafíos de aprendizaje, pueden estar preparados para bendecir al mundo, honrar al Señor y producir frutos eternos para el reino de Dios de formas que no son posibles para alguien con un coeficiente intelectual más alto.

Dios distribuye dones como le parece, y cualquier persona puede servir al Señor. Hay algunas tareas en este mundo que requieren un coeficiente intelectual más alto que otras, y Dios se ha asegurado sabiamente de que esas tareas se realicen. Pero nuestra confianza nunca debe estar en el entendimiento natural del hombre, que puede desviar (Proverbios 3:5–6; 28:26). Y la Biblia advierte del peligro del orgullo que viene con el aumento del conocimiento (1 Corintios 8:1). Dios es bueno para todos. Hay ciertas bendiciones asociadas con tener un alto coeficiente intelectual, pero hay otras bendiciones, más simples, quizás, pero igualmente bendecidas, que aquellos con un alto coeficiente intelectual pueden nunca conocer.

La vida no es "justa". Algunas personas luchan más que otras. Algunas personas son más ricas, más atractivas, más saludables y más inteligentes que otras personas. Pero Dios ve el potencial que puso en cada uno de nosotros y espera un retorno de esa inversión (ver la parábola en Mateo 25:14-30). Dios sabe lo que le dio al genio y lo que le dio al débil mental. El que usa todo lo que Dios le dio para la gloria de Dios es el más inteligente. El coeficiente intelectual tiene poco que ver con la comprensión de las verdades espirituales, y, en el gran esquema de las cosas, conocer a Dios y andar en sus caminos es todo lo que importa.

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