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Pregunta: ¿Quién es el Consolador?

Respuesta:
El Espíritu Santo es llamado el "Consolador" en algunas traducciones hispanas de la Biblia. Por ejemplo, la versión Reina Valera 1960 traduce Juan 14:26 como, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. De manera similar otras versiones en español traducen la palabra griega paráklētos como “Consolador”.

paráklētos, como muchas palabras griegas, es difícil de traducir al español porque no existe un equivalente perfecto. Básicamente, un paráklētos es "uno que es llamado a un lado"; la implicación es que un paráklētos proporciona apoyo o ayuda de algún tipo. Utilizada solo por el apóstol Juan en su evangelio y primera epístola, la palabra paráklētos se refiere al Espíritu Santo (Juan 14:16, 26; 15:26; y 16:7) y, en un caso, a Jesús (1 Juan 2:1). En cada caso, la palabra puede ser traducida como “Ayudante”, “Consejero”, “Consolador”, o “Abogado”. Traducir la palabra como “Ayudante”, como hacen la ESV y la NKJV (ambas en inglés) en los pasajes del evangelio, proporciona un término más abarcador para los diferentes aspectos de los ministerios del Espíritu Santo. Después de todo, él hace más que consolar; también guía, sella, bautiza, regenera, santifica y convence.

Jesús afirmó que enviaría "otro" paráklētos (Juan 14:16), lo que significa que El mismo había servido como un paráklētos durante su ministerio terrenal. Él había sido quien guiaba a los discípulos, pero ahora enviaría al Espíritu Santo como su Guía, Consejero y Consolador. En contexto, Jesús está consolando a los once fieles discípulos durante la Última Cena, diciéndoles que no teman y prometiendo que su tristeza se convertiría en alegría (Juan 14:1; 16:21). Él los estaría dejando, pero otro Ayudante o Consolador estaría en camino: Dios enviaría al Espíritu Santo (cfr. Lucas 24:49). Cuando la palabra paráklētos se usa para Jesús en 1 Juan 2:1, las traducciones son casi unánimes en usar la palabra abogado. Jesús es nuestro intercesor ante el Padre.

Dios consuela a sus hijos. Él es el Dios de toda consolación, y podemos conocer su paz incluso en medio de las pruebas: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación" (2 Corintios 1:3–5).

Dios nos consuela de muchas maneras: a través de las maravillosas promesas de Su Palabra, a través de los creyentes, y por supuesto a través de la morada del Espíritu Santo. El Espíritu es nuestro Consolador, y es mucho más: nuestro Consejero, Abogado Defensor, y Ayudante. Siempre está presente para dar consuelo a los hijos de Dios (Salmo 34:18; 139:7–8).

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