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Pregunta: "¿Está bien que un cristiano salga o se case con un no cristiano?"

Respuesta:
El casarse con un no-cristiano no es realmente una opción si el cristiano ha de permanecer obediente al Señor. Si un cristiano desea salir con alguien que no es cristiano, no es tan problemático, pero sigue siendo poco recomendable, ya que el objetivo final de las salidas es encontrar una pareja para el matrimonio.

Un cristiano que esté considerando el matrimonio tiene una guía clara en 2 Corintios 6:14, que dice: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos". La idea viene directamente de la granja: si dos animales incompatibles comparten el mismo yugo, estarán continuamente trabajando el uno contra el otro. Es mucho mejor unir animales similares. La ilustración tiene una aplicación espiritual: dos personas unidas de alguna manera y que trabajan en estrecha colaboración deben tener la misma naturaleza y compartir objetivos espirituales similares. No sirve de nada unirse a un incrédulo y esperar buenos resultados.

Para ser fieles al texto, 2 Corintios 6 no hace mención específica del matrimonio, pero sin duda tiene implicaciones para el matrimonio. ¿Qué yugo más estrecho puede haber que el vínculo matrimonial? Para que un cristiano entre conscientemente en una unión matrimonial con un incrédulo es estar "en yugo desigual", para usar la redacción de la RVR. En vez de un matrimonio hecho en el cielo, será un matrimonio hecho en la tierra. El mismo pasaje pregunta con toda franqueza: "¿O qué parte el creyente con el incrédulo?" (2 Corintios 6:15).

Entonces, ¿qué pasa si un cristiano sale con un no cristiano? No están "unidos en yugo", y por lo tanto el mandamiento de 2 Corintios 6:14 parece que no se aplica. Sin embargo, hay otras consideraciones:

Primero, que un cristiano salga con un no cristiano no es aconsejable a causa del propósito del noviazgo. Como se ha mencionado, si el noviazgo es el preludio del matrimonio, entonces salir con un no cristiano sería una relación sin salida, sentimentalmente hablando. Sin la posibilidad de un matrimonio bíblico, un cristiano no tendría ninguna razón para salir con un no cristiano. Si no quieres pescar un pez, no tires el anzuelo al agua.

Segundo, los temas del corazón tienen una manera de hacernos perder de vista otras prioridades. Lo vemos en las vidas de Sansón, quien, a pesar de toda su fuerza, se enamoraba continuamente de las mujeres equivocadas (Jueces 14:1-3; 16:4); y del rey Salomón, quien, a pesar de toda su sabiduría, se dejaba llevar por un comportamiento pecaminoso (1 Reyes 11:4). El vínculo romántico es una fuerza poderosa que puede aplastar el sentido común y el fiel compromiso.

En tercer lugar, la Biblia dice: "No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres" (1 Corintios 15:33). Por supuesto, no todos los incrédulos son "malas compañías", en el sentido de que no todos ejercen una influencia abiertamente negativa. Pero siempre hay un principio espiritual implícito: la luz y las tinieblas no se mezclan (2 Corintios 6:14). El no creyente es "tinieblas", y el creyente es "luz en el Señor". Estamos llamados a "vivir como hijos de la luz" (Efesios 5:8). Como mínimo, el creyente y el incrédulo probablemente tendrán diferentes puntos de vista de lo que debe ser salir en pareja. Tener cualquier tipo de relación cercana y romántica con una persona no creyente causa problemas y conlleva el riesgo de convertirse en algo que obstaculice nuestro caminar con Cristo.

Algunos cristianos participan en "citas misioneras", es decir, un cristiano que sale con un no cristiano con el objetivo de llevar a esa persona a la fe en Cristo. Evangelizar a alguien es un objetivo noble, y sin duda hay casos en los que las personas han sido salvas a través de citas misioneras, pero en realidad ese no es el objetivo de una relación de noviazgo. Por las tres razones mencionadas anteriormente, las citas misioneras no son una buena idea.

La decisión de salir o no con un no cristiano no es sólo una elección relacional; también hay que hacer elecciones espirituales, con respecto a una fe sin concesiones. Podemos y debemos construir amistades de calidad con los no creyentes, pero hasta ahí debemos llegar. Estamos en unión espiritual con otros creyentes en el Cuerpo de Cristo (Romanos 12:5), y nuestras relaciones más importantes deben ser con otros creyentes.

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